Efectivamente, aquí están Midori.
Y hacen notar su presencia desde el primer momento (O quizás desde el
segundo): te aseguro que saltarás de la silla cuando la adorable Mariko
descargue inaudibles palabras en tus perplejos oídos. Pero
no estará sola, en la hazaña la acompañarán Hajime, desquiciado y
sobradamente preparado pianista de corte freejazzero, una especie de Cecil
Taylor puesto de anfetaminas; Yoshitaka Kozeni llevando el ritmo y
dando un poco (pero solo un poco) de coherencia a esta locura; y Keigo
Iwami con su brutal contrabajo distorsionado. Mariko se disfrazará de
colegiala para darte la falsa sensación de inocencia y tranquilidad
pero, ¡ay amigo! en japón un uniforme escolar no posee las mismas
connotaciones que en la cultura occidental, Mariko utilizara esta premisa para,
guitarra en mano y micrófono cerca de la boca, berrear hasta
quedarse afónica escupiendo disonantes armonías y retorciéndose de placer
siempre que le es posible. A lo largo del disco se van turnando los predominantes
temas de Jazz esquizofrénico de aire oriental mezclado con el punk de
garage mas salvaje frente a breves descansos basados en una imagen mas
infantil, una especie de perverso fetiche cuasi pedofílico.
Lamentablemente, después de
siete años de carrera y varios trabajos dejaron de existir en el 2010, pero aun
podremos deleitarnos de la abrasiva voz de Mariko con su carrera en solitario.
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